Dentro de la enorme disciplina que es la Gestión del Cambio, para cambiar los comportamientos de las personas, propios o ajenos, encontré esta analogía:
Se trata de pensar en nosotros como un Jinete que lleva un Elefante de seis toneladas por un Camino. El destino sería ese objetivo que queremos alcanzar: rediseñar un proceso, implementar un cambio, identificar las causas de una situación, decidir una nueva manera de trabajar, transformar, en suma.
El Jinete
El Jinete sería nuestro cerebro racional. La fortaleza del Jinete es pensar y planificar. A un Jinete le gusta contemplar y analizar la información antes de decidir una dirección. Cuando un Jinete no está seguro exactamente hacia dónde ir, dirige al lado emocional del cerebro de un individuo (el Elefante) en círculos. A menudo, lo que parece resistencia es en realidad falta de claridad.
El Elefante de seis toneladas
El Elefante sería el lado emocional del cerebro. La fortaleza del Elefante es la emoción. Sin emoción, no hay motivación (no hay energía) para llevar a cabo las cosas. Los esfuerzos de cambio que acaban teniendo éxito encuentran formas de ayudar a otros a ver los problemas/soluciones de maneras que influyen en las emociones. La mayoría de las personas piensan que el cambio exitoso ocurre en este orden: analizar – pensar – cambiar. De hecho, la mayoría del cambio exitoso realmente ocurre en este orden: ver – sentir – cambiar.
Cuando el Elefante de seis toneladas de un individuo no está de acuerdo con la dirección hacia la que quiere ir su Jinete, el Jinete va a perder. El Jinete puede salirse con la suya temporalmente, tratando de dominar a la montura y con mucho autocontrol y esfuerzo, pero a largo plazo el Elefante siempre dominará al Jinete. ¿Por qué? El autocontrol es un recurso limitado. A menudo, lo que parece resistencia en realidad es agotamiento. La motivación proporciona la energía que el Jinete necesita para mantener el autocontrol; la falta de motivación puede condenar un esfuerzo de cambio.
El Camino
Para dirigir al Jinete y motivar al Elefante, es importante dar forma al Camino al enfocarse en la situación y su entorno circundante. Sin un plan específico, no hay un camino claro para lograr las cosas. Ser específico estrecha el enfoque, por lo que el Elefante y el Jinete tienen más probabilidades de viajar juntos hacia el objetivo. A menudo, lo que parece resistencia es en realidad falta de dirección.
Cómo hacer cambiar a cada uno
Para conseguir que el Jinete tenga claro hacia dónde dirigir el elefante sin perderlo tenemos estas recomendaciones:
- Encontrar los puntos clave: Centrarnos en lo importante y evitar la parálisis por análisis. Una solución correcta al 80% será mejor que ninguna
- Tendemos hacia la repetición y a andar por caminos conocidos y a veces el cambio necesita andar por nuevos derroteros. El elefante será obstinado pero hemos de indicar muy bien al jinete de cuales son los movimientos clave, aunque el camino sea incierto. De esta manera tendrá la seguridad necesaria para mover al elefante por caminos desconocidos.
- Señalar objetivos de todo o nada, minimizar la ambigüedad, si no es posible con el destino final, al menos con los puntos intermedios.
Motivar a un Elefante de seis toneladas es complejo, además tiene mucha inercia.
- Saber algo no es casi nunca suficiente para provocar un cambio. Hay que encontrar emociones, las emociones motivan, los datos no siempre y no a todas las personas.
- Reduce el cambio, crea etapas con inicio y finales determinados. Ello crea recompensas inmediatas, a la larga más motivadoras que un futuro incierto. Permite disfrutar más del camino.
- Acepta la posibilidad de error. Cualquier cambio tiene avances y retrocesos. Una manera de motivar en el fracaso es celebrar el aprendizaje obtenido con el fracaso.
Mostrar el Camino no es más que pintar el escenario y señalar el destino. Se trata de sentar las bases por las que transcurrirá el proceso del cambio.
- A veces hay que modificar el entorno para que sea más sencillo, eliminar barreras, conceder tiempo, herramientas.
- Construir hábitos también es una manera, crear rituales, a veces entrelazados, como reuniones rápidas en un momento del día.
- Finalmente, otra es crear sensación de grupo, de manada. Comunicar qué problemas y acciones se tomaron en otras situaciones, fomentar la colaboración, de forma que nadie se quede aislado en su parte del camino.
Estos elementos y muchos otros los he interiorizado como una de las herramientas más potentes en la gestión de proyectos.
La analogía la encontré en un documento de la Universidad de Berkeley, pero originalmente es del psicólogo social Jonathan Haidt, de la Universidad de Nueva York.