La Soledad del Directivo

La soledad del directivo

Ser dueño y gestor, gerente, director o “CEO” de una empresa, grande o pequeña, es un viaje lleno de retos, victorias, frustraciones y muchos momentos de soledad. Algo sé de ello. Este recorrido puede proporcionar grandes satisfacciones como reconocimiento financiero y profesional, pero también está lleno de sacrificios personales y emocionales.

La soledad del directivo es una experiencia común pero poco hablada. Es uno de los problemas típicos en las Pymes La presión de estar arriba y tener que contarlo, la falta de alguien cercano que entienda sus luchas, la responsabilidad total sobre el éxito o fracaso de la empresa o incluso la incomprensión total de los más cercanos pueden erosionar el bienestar emocional del directivo, muchas veces además el dueño.

Sucede en todas las etapas de vida de la empresa, desde la creación, pero a medida que una empresa crece las conexiones personales con los empleados varían, ya que algunos se retiran, otros avanzan en su carrera o simplemente se van, de buenas o malas maneras.

Las despedidas no se hacen fáciles, y el vacío emocional persiste o se acentúa. Se da una sensación contradictoria: por un lado, está la satisfacción por el crecimiento de la empresa; por otro, la constante soledad y el deseo de regresar a un estado de “normalidad” donde poder diferenciar entre la vida personal y empresarial.

Características del Directivo Aislado

Perfeccionismo y autoexigencia

El directivo de una empresa suele ser alguien impulsado por el perfeccionismo. A veces peca de demasiado control, siente que debe estar al mando de todos los aspectos de la organización. Este nivel autoimpuesto a menudo se traduce en una enorme carga de estrés, no solo por los desafíos externos del negocio, sino también por la presión que ejerce sobre sí mismo.

La sensación de no poder compartir estas responsabilidades crea un ciclo de agotamiento emocional y físico. En muchas ocasiones tiene reflejo en la salud, y de esto por suerte o desgracia también sé algo. El directivo, muchas veces dueño, siente que no puede bajar la guardia ni un momento. Si bien tiene empleados, no puede recurrir a ellos para compartir el peso de decisiones estratégicas críticas, y muchas veces ni siquiera encuentra apoyo en su círculo personal, ya que su pareja o amigos no están involucrados en el negocio o no conocen de primera mano lo que es y tienen una visión más conservadora.

La falta de comprensión

Muchos directivos sienten que, aunque estén rodeados de personas, hay pocos que realmente entiendan por lo que están pasando. Los empleados, aunque cercanos, están en una posición diferente y no suelen entender la magnitud de la presión o las decisiones que el directivo tiene que tomar. Más cuando algunas de esas decisiones les puede o han de afectar directamente.

El directivo no solo debe hacer frente a los quehaceres diarios de la empresa, relacionados con el mercado y la competencia y el control de las operaciones, sino que también, con toda seguridad, trata de hacer frente a problemas internos como el miedo al fracaso y la duda. Son esas trampas psicológicas que nos ponemos, los sesgos, profecías autocumplidas o complejos como el del impostor, por el que también he pasado. Sin alguien que entienda de primera mano sus experiencias, todo esto se convierte en un sentimiento casi paralizante.

Búsqueda de recompensa y estrés constante

Un rasgo interesante de algunos empresarios parece ser la constante dependencia de la adrenalina o al menos la satisfacción de la recompensa. El ciclo interminable de trabajo, responsabilidades y la necesidad de lograr más mantiene altos los niveles de adrenalina, lo que enmascara el agotamiento y, a menudo, la fatiga emocional. Sin embargo, cuando esta adrenalina disminuye aparece una nueva realidad: el vacío y la soledad se hacen aún más evidentes. Más que “mono” hay agotamiento y desmotivación.

Esto también lleva a un deseo contradictorio de volver a la normalidad, de deshacerse de la responsabilidad y las presiones y simplemente llevar una vida más equilibrada. Sin embargo, la presión de alcanzar más éxito empuja en la dirección contraria, creando una lucha interna entre seguir creciendo o retirarse y disfrutar de lo logrado.

¿Y qué se puede hacer para aliviar esta soledad?

A pesar de que la soledad puede ser una consecuencia natural del liderazgo empresarial, no es una batalla perdida. Existen estrategias que pueden mitigar estos sentimientos y permitir al directivo navegar mejor las aguas de su rol.

Redes de Apoyo y Networking

Uno de los antídotos más efectivos contra la soledad del directivo es la creación de redes de apoyo a través de otros profesionales en posiciones similares. El networking no solo sirve para generar oportunidades de negocio, sino también para intercambiar ideas, apoyarse mutuamente y compartir los desafíos y éxitos que los demás puedan entender.

Unirse a redes profesionales, tanto físicas como virtuales, permite que el empresario encuentre interlocutores con quienes compartir sus inquietudes. Plataformas como LinkedIn o grupos de empresarios locales son espacios donde se pueden generar conexiones significativas, compartiendo no solo éxitos, sino también frustraciones.

Otra forma es rodearse de profesionales afines, crear redes informales incluso de ámbitos diferentes, con los cuales buscar oportunidades conjuntas, compartir puntos de vista diferentes o simplemente compartir dudas, desafíos y necesidades.

Buscar mentorizaje

Uno o varios mentores con experiencia empresarial pueden ser un remedio para un directivo que siente soledad. Los mentores aportan perspectiva, comprensión y consejos basados en sus propias experiencias. Muchos de nosotros necesitamos una visión ajena y sin contaminar para poder ver lo que tenemos delante pero el día a día nos oculta.

La relación con un mentor permite al empresario verbalizar sus preocupaciones y recibir una orientación imparcial. Además, un mentor ayuda a reducir el aislamiento, ya que establece una conexión regular y de confianza que puede aliviar la presión.

Para el mentor también es una experiencia enriquecedora. Por un lado, están la satisfacción de poder ayudar, generalmente de manera “desinteresada”, el poder compartir también las propias necesidades y dudas, o el adquirir una visión diferente que pueda ser de ayuda en otros ámbitos y problemas de otros directivos y empresas. Por el otro lado están las oportunidades de negocio, tanto para productos y servicios propios como para otros profesionales y proveedores, oportunidades y posibles negocios que a su vez fortalecen la red.

Fomentar una cultura de éxito colectivo

Una clave para mitigar la soledad del directivo es fomentar un ambiente de equipo donde todos los miembros compartan una visión, donde cada uno, desde su posición, contribuye en gran medida al éxito colectivo. Esto no solo implica delegar tareas, sino también “empoderar” a los empleados para que se sientan parte integral del crecimiento de la empresa. Esto se hace a través de la formación, de la motivación y de la habilitación para tomar decisiones.

Crear un equipo en el que los empleados compartan la responsabilidad del éxito empresarial reduce la sensación de aislamiento del líder, ya que las cargas se distribuyen de manera más equitativa.

Además, un equipo cohesionado ayuda a que el directivo confíe en que el negocio puede seguir funcionando de manera eficiente, incluso cuando no está presente, lo que a su vez reduce el estrés y la ansiedad y, en general, fortalece el desempeño de la empresa, con algo difícilmente imitable por la competencia. Se trata, en suma de crear una cultura de empresa única.

Cuidar del Bienestar Personal

Es fundamental que el directivo preste atención a su bienestar físico y emocional. Esto puede parecer secundario en medio de la vorágine, pero descuidar el cuerpo y la mente solo intensificará los sentimientos de agotamiento y aislamiento.

Incorporar hábitos saludables como la actividad física, una buena alimentación y el descanso adecuado permite que el empresario mantenga altos niveles de energía y claridad mental. Muchos hemos conocido estas recomendaciones, que parecen lógicas, por la vía rápida.

Tomarse el tiempo para desconectarse, en el día a día o durante periodos más largos, ya sea para meditar, caminar, formarse en otras disciplinas útiles o no para el negocio o simplemente disfrutar de momentos personales, es crucial para evitar el agotamiento. Mantener un equilibrio entre la vida laboral y personal es un reto constante, pero necesario para preservar la salud física y emocional.

En suma, cómo superar la soledad del directivo

Ser el directivo de una pequeña empresa es un desafío emocional significativo, y más si además eres el propietario. La soledad, el estrés y la responsabilidad pueden erosionar lentamente tu salud emocional, mental y física.

Sin embargo, a través de la construcción de redes de apoyo, la búsqueda de mentores, la delegación efectiva y el autocuidado, es posible mitigar estos efectos.

El camino del empresario no tiene por qué ser una lucha tan solitaria. Con las herramientas y estrategias adecuadas, el aislamiento puede convertirse en una experiencia más llevadera y, en última instancia, en una oportunidad para crecer tanto personal como profesionalmente.

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